martes, 24 de marzo de 2020

José Manuel María Castro Chinchilla

José Manuel María Castro Chinchilla (1880+1920)

Hace exactamente 100 años, sucedió un acontecimiento que cambió el destino de mi familia; tanto que, muy probablemente, todos los que nacimos después de esta fecha no existiríamos.

Hace 100 años, el martes 24 de marzo de 1920, a las 8 horas falleció mi tatarabuelo José Manuel María Castro Chinchilla.

Papá Manuel nació en Mixco, el 20 de abril de 1880, fue el sexto hijo de Indalecio Castro Yescas y de Juana de Jesús Chinchilla Sierra (los otros hijos de este matrimonio son Victoria de la Concepción, José Domingo, Ana María de los Ángeles, Carlos, Sebastiana y después de Manuel también nació José Mariano Francisco). El 22 siguiente lo llevaron a bautizar a la parroquia Santo Domingo Mixco, administrándole el sacramento el presbítero Manuel de Jesús Valenzuela, quien también fue su padrino.
El día 26 del mismo mes, su padre fue a inscribirlo al Registro Civil, quedando constancia en la partida 453.

Mixco en 1875

Contando con tan sólo 10 años de edad fallece su madre, el 24 de octubre de 1890.

Su padre fue un connotado músico, laureado internacionalmente, pues ganó medalla de oro en un certamen de sinfonías celebrado en Chicago, Illinois, EE. UU., en 1893, cuando Manuel  contaba con 13 años. También sus tíos Máximo y Juan Francisco fueron excelentes músicos.

Esta es la fotografía más antigua que tengo de mi tatarabuelo 

Indalecio, Máximo y Juan Francisco Castro Yescas 

Tanto Manuel, como sus hermanos, crecieron en un ambiente musical, especialmente sacro - Indalecio fue maestro de capilla del templo Parroquial de Mixco - por lo que también acogieron la profesión filarmónica José Domingo, José Mariano y él.


Los hermanos José Domingo, Manuel María y José Mariano Castro Chinchilla junto a los compañeros músicos Felipe y Salvador Méndez. Atrás se lee la dedicatoria: "A nuestro querido tío y protector Máximo Castro y no menos estimada estimada Sra. Dña. Paula C. de Castro. Débil pero muy sincera muestra de amor familiar y gratitud debida. Guatemala, noviembre 12 de 1906."
Firman y luego los hermanos Méndez agregan: "Al reputado maestro Dn. Máximo Castro y Sra. Sincero recuerdo de sus afmos S." y firman. 

Constantemente viajaban a la ciudad capital a tocar en misas, novenas y festividades que las familias de la época gustaban de amenizar con orquestinas conformadas por instrumentos de cuerda y de viento, así como de cantantes líricos. Mi tatarabuelo Manuel, interpretaba el violonchelo y el contrabajo.

Pero obviamente, tenían más trabajo en la ciudad de Guatemala donde habían muchas más personas y templos, por lo que aproximadamente a finales del siglo XIX o principios del XX deciden mudarse toda la familia, junto a sus tíos Máximo y Juan Francisco.

Así empezaron una vida musical muy activa ya establecidos en la Nueva Guatemala de la Asunción.
El 21 de junio de 1906 fallece su padre, tras una carrera filarmónica muy exitosa.

Por esos años conoce a mí tatarabuela María Raquel Cordón Fuentes, y deciden unir sus vidas el 7 de febrero de 1910, en el desaparecido Templo de la Concepción.


Junto a sus hermanos José Domingo y José Mariano conforman distintos conjuntos musicales, en los que tocan junto a músicos guatemaltecos como Salvador y Felipe Méndez, José Moraga, Bernardo de Jesús Coronado, Domingo Rodríguez, Adán Morales, José Luis Pinzón, entre otros. Además son contratados para ir también a tocar a otros departamentos del país.



El 20 de diciembre de 1910, su hogar sería bendecido con su primera hija, mi bisabuela Raquel Angelina Castro Cordón de Castillo. Dos años más tarde el 9 de noviembre de 1912 nace su segunda hija María Rebeca Herminia Castro Cordón de Mansilla.



Corrían tiempos difíciles para la nación. En noviembre de 1917 empezaron una serie de movimientos telúricos y para el día de Navidad, a las 8 de la noche un fuerte terremoto destruyó buena parte de la ciudad. Manuel y sus hermanos que vivían cerca construyeron en los llanos de Gerona unas covachas donde vivieron por un tiempo con sus pequeños hijos pues las réplicas continuaron hasta enero del año siguiente.



Cuentan que muchas personas se vieron afectadas irreversiblemente a causa del polvo que surgía de los escombros. Y para más complicar la situación en octubre de ese año la gripe española fue declarada pandemia mundial. Es así como el 25 de marzo de 1919 muere su hermano José Mariano, acaso por los acontecimientos pues en su acta de defunción se consignó tuberculosis pulmonar.

Por si fuera poco Guatemala era gobernada por un presidente de quien se dice era un déspota y corrupto, Estrada Cabrera, quien fue duramente criticado por no poder controlar la situación. Y en marzo de 1920 empiezan una serie de manifestaciones de descontento hacia el presidente.

Y es precisamente en este panorama que mi tatarabuelo un día como hoy, un año después que su hermano José Mariano, hace 100 años fallece a causa de pulmonía. Dejando a sus hijas Raquel y Herminia con 11 y 9 años respectivamente.

A estas horas, hace 100 años su tío Máximo estaba ya haciendo las diligencias necesarias para inhumar a mi tatarabuelo en el mausoleo familiar del Cementerio General de Guatemala.


Documento de la administración del Cementerio General tras los trámites para la inhumación de mi tatarabuelo 

La situación para mi tatarabuela, viuda y con dos pequeñas fue muy difícil. Recurrió a su hermana Enriqueta quien era profesora de instrucción primaria al igual que varios de sus hermanos, incluida mi tatarabuela. Y es así que se mudan para Mazatenango donde Enriqueta era la directora de la escuela de niñas donde empieza a ejercer su vocación docente.

Pero el destino para ellas era otro. La familia y amistades en Mixco se mantenían, y al enterarse por estos lares del fallecimiento de Manuel, Bibiano Santos Bran quien había sido amigo de infancia y juventud de mi tatarabuelo (y posiblemente primos pues todo apunta a que sus abuelas eran hermanas, pero no lo he comprobado documentalmente) fungía como alcalde de este pueblo y tenía vacante la dirección de la escuela de niñas por lo que decide ofrecersérsela a mi tatarabuela Raquel. Ella la acepta gustosa y es así como mi bisabuela Raquel  y su hermana Herminia regresan al pueblo que vio nacer a su papá.

Mixco después de los terremotos de 1917 - 1918

Y cómo mencioné al principio, esto cambió el rumbo de mi familia, ya que sino hubiera regresado mi bisabuela a Mixco, probablemente no se hubiera ni conocido con Maximiliano Castillo Rivera mi bisabuelo, y mi tía Mina no se hubiera conocido con Mario Rafael Mansilla Fiegueroa, su esposo. Pero regresaron y sus descendientes van ya por la 5a generación. A diferencia de sus tíos y sus descendientes quienes sí se quedaron en Guatemala.


Sea este un homenaje a mi tatarabuelo que a  100 años de su fallecimiento sigue estando presente. Interesantemente guardamos varios aspectos en común pues era también profesor de música, como yo; increíblemente con mis investigaciones descubrí su firma la cual al igual que la mía lleva una clave de sol, y yo la hice a los 11 años sin ver la suya antes. El nació el 20 de abril y yo el 5.



Este documento está próximo a cumplir 100 años en abril, es la invitación a la misa de Réquiem que se celebró el 24 de abril de 1920, en el Templo de Nuestra Señora de Candelaria 










sábado, 2 de agosto de 2014

Canche, mi tío abuelo, más abuelo que tío y el mejor tío

     Dios y la vida decidieron que no conociera a un abuelo. Papillón (Iván Eric Dysli Quevedo) murió poco tiempo antes de que yo naciera, fui a su entierro en el vientre de mi madre. PapaJorge (Jorge Nery Núñez Azurdia) -Llevo el nombre de mis dos abuelos, Jorge Iván- vivía en Nueva York, su condición de indocumentado no le permitió venir a conocernos y murió allá repentinamente cuando yo era pequeño.
     Pero Dios y la vida no me dejarían tampoco sin conocer a alguien mayor que mi papá, esa figura de alguien que te quiere como a un hijo, pero no es tu padre, que rara vez te regaña y que se la pasa consintiéndote gustos. Eso fue para mí, Rafael Ernesto Castillo Castro, hermano de mi abuelita Yolanda y mi tía Minda, más que un tío abuelo, fue el abuelo que nunca tuve y el mejor tío que tuve.
     Guardo muchísimos recuerdos de él. Desde antes que naciera el ya influía mucho en mi vida, mi mamá me cuenta que fue él quien la llevó al hospital para darme a luz, pues mi papá andaba fuera, por trabajo.  Me ayudó a dar los primeros pedalazos y a quitarle las llantías a mi bicicleta. Siempre que iba a donde mi tía Minda, yo solo ahí me mantenía, nos llevaba a mí y a mi hermano al templo parroquial, donde hacíamos estaciones en cada capilla de los santos de mi pueblo, nuestra preferida era la de mi querida Virgencita de Morenos. Luego íbamos al parque a lanzarnos en los famosos resbaladeros de concreto. O nos llevábamos las bicis y dábamos vueltas dentro del parque. En agosto nos llevaba a ver moros al Oratorio de santo Domingo. Con él aprendí a comer zompopos. En el corredor de la casa hay unos pilares que la sostienen, nos decía "subite pues" y nos ayudaba a trepar hasta arriba. Nos cargaba, nos hacía micadas, con tal de vernos felices. 
      Siempre admiré su amor por el arte, claro es un Castro, poeta, pintor, músico. Gracias a él descubrí mi radio preferida -Radio Faro Cultural, 104.5 F. M.- pues siempre que iba a su casa estaba escuchándola, mientras pintaba o mientras escribía. Cierta vez, en el colegio, me dejaron hacer un poema dedicado a la Virgen de la Asunción, en ese entonces no me atrevía a hilvanar algunos versos, mi tía me dijo: "Venite, vamos con el Canche, en un rato te lo hace." Cuando llegamos, estaba viendo en la televisión una obra de ballet clásico, Canche, tal cosa -le dije-, "a ver pues". En 15 minutos ya tenía un hermoso poema, está publicado en su antología póstuma, que se logró realizar gracias a que mi tía, siempre le pedía sus poemas para compilarlos en un libro que sirvió para dicha publicación, este de la Virgen de la Asunción también lo puso allí: 

Asunción

Virgen gloriosa te aclaman 
ángeles y serafines
y tu Asunción la proclaman 
hoy por todos los confines.

Porque es clara maravilla
tu elevación a los cielos, 
donde tu cuerpo glorioso 
reina, resplandece, brilla
glorificado por siempre
entre nubes y entre soles
donde tu eres la más bella, 
como reluciente estrella.

     A mi tía yo de todo le preguntaba, me encantaba como me contaba las cosas, aprender de su sabiduría. Un día se me ocurrió: Minda, ¿dónde aprendió el Canche a tocar arpa?, me contó algo así:
Una vez vio a unos colombianos tocando arpa, le gustó mucho y les dijo que quería aprender, ellos prometieron enviarle un método de arpa tradicional. Él les dijo que muchas gracias pero no esperaba que en verdad lo hicieran, el método llegó, consiguió un arpa y aprendió, autodidácticamente. Cuando iba a visitarlo, trasteaba un poco su arpa, él me daba consejos sobre como tocarla. 

     Para Cuaresma me gustaba llegar a verlo realizar las pinturas que colocaban en una alfombra para Jueves Santo. Eran varios cuadros de gran tamaño. En una ocasión también hizo varios para el adorno de un anda de Santo Domingo. Pintó también algunas paredes de su casa con hermosos paisajes. 

     Al saber que entraría al conservatorio de música, se emocionó mucho por mí, siempre que venía me decía "toca algo pues, te voy a escuchar". Aunque lo que tocaba eran piececitas de lo más sencillas, me escuchaba atento. Cuando mi tía me compró mi piano, no recuerdo si fue casualidad que el venía para acá cuando lo estábamos bajando del transporte, pero feliz, rápido ayudó a cargarlo. No olvidaré su rostro de alegría al ver entrar el piano a la casa. "Bueno pues, ahora ya tenés en dónde estudiar mejor." Siguió viniendo a escucharme tocar, solo él y mi tía tenían la paciencia necesaria para escucharme estudiar, pues escuchar lo mismo muchas veces cansa y más si se comete error tras error y peor si suena feo, pero ellos dos nunca me dijeron un "callate ya", como al niño que sus padres reprenden por estudiar en su flauta dulce. 
      Hubo un tiempo que no había venido a escucharme, vino un sábado y me dijo: "ya tenía días de no escucharte, tocate algo pues", se acomodó en el sillón y ya no le tocaba tan piececitas, interpreté una sonata de Mozart... El martes siguiente, 2 de agosto, por la noche, recibí una noticia que me dejó inmóvil, el mundo se paró en ese momento, me quedé ido, pues mi tía al teléfono me informaba, entre llantos, de su partida. Bien dicen que involuntariamente o quien sabe si lo sabemos poco antes y no lo podemos decir, nos empezamos a despedir de las personas que amamos, ese sábado que interpreté mi piano para él, fue la última vez que disfrutamos juntos del bello arte musical. 
      Al lado de donde estuvo su capilla ardiente, estaba mi piano, y antes de salir para su despedida fúnebre, toqué una vez más; cómo me gustaba tocar para él, sabía que si alguien disfrutaba de escucharme era él -y mi tía-, lo demostraba con su silencio y atención durante horas. 
      Luego de su partida le dieron a mi tía una colección de casetes suyos que ahora yo conservo y escucho de vez en cuando, música de muchos géneros. En varios se repetía un nocturno de Frederic Chopin, Nocturno Op. 9 No. 2 en Mi bemol Mayor, definitivamente le gustaba mucho. Poco después de su muerte mi maestro de piano, me dio las partituras de ese nocturno, sería la obra del periodo romántico que debía interpretar, casualidades de la vida que no creo que existan. Ahora cada vez que lo interpreto, pues por lo mismo me gusta mucho y sigo tocándolo, lo hago en recuerdo de mi tío abuelo, más abuelo que tío y el mejor tío.       
De pocos años de edad


En Panamá

Con algunos amigos y su papá

Con sus papás y hermanas 

       A todos los que aun tienen con vida a sus abuelos, disfrútenlos, pues son personas que le dan gran parte de sentido a nuestras vidas, aprendan de sus consejos que siempre serán sabios, y cuando un consejo es sabio y está dado con amor es un consejo que te servirá toda la vida. El mío, que no era exactamente mi abuelo, pero así lo quería yo, se fue igual que los otros dos que sí lo eran, muy pronto, pero los momentos que viví con él marcaron mi vida y siempre estarán presentes en mi corazón.





domingo, 27 de abril de 2014

San Juan Pablo II 
     Al momento que empiezo a escribir esto, espero muy alegre la canonización histórica de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II. Lo que les narraré es algo que INMERECIDAMENTE recibí de Dios, pero que es una gran gracia que desde que la recibí trato de compartirla desde mi imperfección humana.
     Todo nuestro destino está regido por Dios. Los lugares en los que estamos cuando solicitamos la bendición de Él son su voluntad estar ahí. El camino por el que ha transitado mi vida en relación al Papa Juan Pablo II es, primero, haber nacido en una familia católica. Es por ello que mis padres procuraron que mi educación fuera de esta misma índole. Fui inscrito en uno de los colegios más tradicionales de Guatemala que tienen como doctrina la fe católica, el Colegio San José de los Infantes. Esta institución bicentenaria fundada por el cuarto arzobispo de la arquidiócesis de Santiago de Guatemala, Cayetano Francos y Monroy fue fundada con el fin de formar monaguillos y cantores a la catedral, tomando como modelo otros colegios españoles que perseguían el mismo fin.
     En la época que yo entré al Infantes (año 2000), los acólitos, por algún motivo, tal vez porque sus instalaciones se trasladaron de edificio (actualmente en la zona 3 de Mixco), ya no servían en la catedral. Esta situación desvirtuaba entonces la razón por la cual se había fundado el colegio. Fue cuando en el año 2001, Rodolfo Ignacio Quezada Toruño, exalumno del Infantes,  fue promovido a la sede metropolitana de Guatemala, retomó los ideales por los que esta casa de estudios fue fundada. Los acólitos del Infantes deben ser los servidores del altar en la catedral metropolitana. Por aquel entonces era y sigue siendo el capellán de este colegio el presbítero Manuel Chilín. Siendo nuestro guía espiritual yo aprovechaba esto y buscaba constantemente su instrucción, llegamos a hacernos muy amigos.
 Los designios de Dios son maravillosos, a veces claros y otras veces debemos esforzarnos en reconocerlos. 
Nunca olvidaré la noche en que recibí una llamada telefónica del padre Chilín: "Jorge, el nuevo arzobispo me ha pedido que convoque a algunos jóvenes del colegio para que le ayuden el domingo en la misa de 12". Desde ese momento sentí el llamado de Dios a servirle. Por supuesto acepté y asistí. Antes de empezar la misa se nos dieron instrucciones muy breves, las necesarias para servir en el altar como acólitos. Llegó Monseñor Quezada, nos lo presentaron y nos dijo: "Gracias patojos por venir a ayudarme". Con aquellas primeras instrucciones de cómo acolitar, alumnos del Infantes servimos en la Sagrada Eucaristía presidida por el arzobispo, en la catedral, tal y como lo había dispuesto el fundador del Colegio 200 años atrás. Al finalizar la misa, en la sacristía mayor, Monseñor Quezada nos dijo: "Prosit (que en latín quiere decir ¡Que aproveche! y que en la tradición de la liturgia posterior a la misa los celebrantes utilizaban para dar las gracias a los ministros y acólitos), gracias por su ayuda, ahora les pregunto: ¿quieren seguirme ayudando en la misa de 12, todos los domingos?, yo hablaré con el director del colegio y haré que les den media beca     -claro que no era necesario, el simple hecho del llamado a servir era ya un gran premio- en agradecimiento por su servicio como acólitos, para eso fue fundado el colegio, para formar acólitos que sirvan en la catedral. "
     En ese momento reafirmé el llamado que Dios me hacía a servirle tan de cerca en el altar del sacrificio más grande, la Eucaristía. Los que fuimos convocados no lo dudamos y aceptamos agradecidos, nos convertíamos entonces en acólitos. A partir de entonces se nos dieron ya mayores instrucciones de como servir en el altar, todo lo que un acólito debe saber para desempeñarse correctamente en su cargo. Acolitábamos entonces en las misas de medio día, los domingos, en las fiestas especiales de la Iglesia y ceremonias extraordinarias, durante todo el año.
     Siempre sentí la gran bendición de ser acólito. La Cuaresma, la Pascua, el Adviento, el tiempo ordinario, todo el año litúrgico lo vivíamos con la alegría del católico. El arzobispo, Monse, como le empezamos a llamar muy cariñosamente nos tomó mucho afecto pues siempre estábamos dispuestos a ayudarle en las celebraciones que el presidía, sea el día que fuera y a la hora que se necesitara, incluso nos llevaba algunas veces con él a otras parroquias, hasta fuera del departamento cuando lo invitaban a celebrar misas especiales. Algunos sacerdotes nos decían: "Él arzobispo los quiere mucho, ustedes son como sus nietos." Estaré eternamente agradecido por ese amor que Rodolfo Cardenal Quezada nos tuvo.


     Cuando viajaba a Roma a entrevistarse con el Papa regresaba muy contento, nos contaba lo que platicaba con el Pontífice, siempre al verlo le decía: "Esquipulas", pues nunca lo desvinculó de su cargo como Prelado de Esquipulas que ejerció por varios años. En esto podemos ver el gran interés y cariño que Juan Pablo II tuvo por la capital centroamericana de la fe. Nosotros le comentábamos la dicha que el tenía de estar cerca del Romano Pontífice.
      Mis compañeros y yo creo que anhelábamos que si el Papa volviera a visitar Guatemala tuviéramos la oportunidad de estar aunque sea un poquito cerca de él. No como acólitos, sino que verlo aunque sea un poco más que pasar en el papamóvil impartiendo su bendición. Pero el Papa era ya una persona de avanzada edad y eso yo lo veía un poco difícil, que visitara este pequeño país, otra vez, era muy improbable. Pero Juan Pablo II quiso tanto a este pequeño país, que lo visitó tres veces.
      Recuerdo que tiempo antes de que se anunciara la venida de Su Santidad por tercera vez, circulaban ya rumores de que esto sucediera, qué emoción es posible que venga de nuevo. No olvidaré el día en que me encontraba en mi salón de clases y una persona llegó a pegar una hoja en la que se anunciaba oficialmente la feliz noticia, el nuncio apostólico de Su Santidad, Juan Pablo II comunica al pueblo guatemalteco la visita del sucesor de Pedro, el vicario de Cristo vendrá a canonizar al beato Hermano Pedro. Mi corazón brincó de alegría al igual que el de toda Guatemala.
      En la siguiente misa que celebró Monseñor Quezada, se dio gracias a Dios por tan gran bendición. Una o dos misas después, el arzobispo, después de concluida la Eucaristía nos dio la noticia más impactante, emocionante, importante, pero también inmerecida, inexplicable, aun no encuentro las palabras precisas para describir ese momento, nos dijo: "Bueno patojos, yo estoy muy agradecido porque ustedes fielmente me han ayudado en la misa de todos los domingo y fiestas de la Iglesia, y como premio les voy a dar un papel muy importante en la misa de la canonización del Santo Hermano Pedro, serán acólitos del Papa junto con los seminaristas." No sé como describir lo que esa noticia causó en nosotros, nos quedamos mudos, nos conmocionamos, nos impactamos muchísimo, no lo podíamos creer, hoy recuerdo ese momento y siento la misma dicha y bendición que sentí en ese momento. Pensé para mí, quién soy yo para que Dios me haya dado semejante regalo, en verdad no me sentía digno, pero se lo agradezco todos los días de mi vida. "Eso sí, -continuó monseñor-, tendrán una preparación muy especial, conocerán al Hermano Pedro a profundidad y recibirán otras instrucciones necesarias para ese día."
     Desde ese día no pude dejar de pensar en el momento que nos esperaba. Recordaba lo que sentí al verlo pasar rápidamente en su papamóvil en la anterior visita (1996), el Papa Juan Pablo II era un pastor que irradiaba paz, verlo aunque sea en una fotografía, en su mirada se encuentra la santidad. Si eso sentí en esa oportunidad, qué sentiría al verlo más cerca aun, ser su acólito.
     Se llegó el día
     Antes de ese memorable 30 de julio recibimos catequesis formativas sobre la vida del Santo Hermano Pedro, se nos instruyó aun más en lo concerniente al acolitado. Monseñor decidió que nuestra participación fuera del turiferario (acólito que lleva el incensario) y el navetero (persona que lleva el recipiente que contiene el incienso) y también de portar unos cirios que se encenderían al momento de la consagración. Yo fui nombrado turiferario pues mi experiencia en ese puesto le pareció al arzobispo la necesaria.
     Se tenía destinado que una gran concurrencia llegaría ese día al Hipódromo del Sur donde fue celebrada la misa de canonización. Muchos buses que salieron de distintos puntos de la capital transportaron a todos los fieles para asistir a esta ceremonia. Nosotros también nos fuimos en estos buses. Al llegar fuimos recibidos por Monseñor Quezada, muy emocionado nos dio las últimas instrucciones. Comparto una anécdota que nos sucedió. Siempre hay algunos detalles que se escapan, aun en estas grandes planificaciones. Recibí mi turiferario, una hermosa pieza de orfebrería hecha de plata, pero, sin brasas ardiendo para quemar el incienso. Pregunté por carbón, y no había. Monseñor como siempre muy ocurrente, me dijo: "Esperate no te preocupés." Cerca de ahí habían algunos policías motorizados, le hizo señas a uno de ellos y le dijo: "Por favor, se lleva a este patojo a alguna de las ventas que están afuera por brasas para el incensario". Me subí con todo y sotana a la moto, con el incensario en mano y nos fuimos a dichas ventas. Llegué con la primera venta de shucos, una señora a la que le dije que por favor me regalara brasas pues eran para la misa del Papa. No lo dudó un momento, pues incluso lo sintió una bendición, y pronto levantó la parrilla y me dio los trozos de carbón más encendidos, me monté de nuevo en la moto y regresé.
     Momentos después la emoción se multiplicó, al ver llegar el papamóvil sentimos lo que no se puede expresar con palabras. Al ver al Sumo Pontífice sentí de nuevo esa paz que sentí en la anterior visita. Y sí ya esa emoción se había multiplicado se multiplicó muchísimo más cuando se nos dijo a los seminaristas y a nosotros: "El Papa ha decidido, en un gesto muy especial hacia ustedes, recibirlos y darles su bendición antes de la misa." Otra vez el impacto que recibíamos fue enorme, que aunque me esfuerce no puedo encontrar las palabras para transmitírselos. Se abrieron las puertas de la habitación en la que estaba, hicimos fila y lo vimos sentado en un sillón y uno a uno fuimos pasando frente a él, en la fila un obispo que lo acompañaba nos dio un Rosario bendito por él. Al entrar en esa habitación, se sentía un ambiente inexplicable, solo puedo decir que era una energía y una paz incomparable.

     Y qué decir del momento en el que lo tuve frente a mí, tomar su mano, besarla, besar el Anillo del Pescador, del Vicario de Cristo. Para que esforzarme para plasmar ese momento en palabras, creo es imposible. Al salir de esa habitación, la reacción fue el llanto, ese llanto de una emoción desbordante por lo que acaba de vivir.
     Como turiferario tuve otro acercamiento a él, pues la liturgia así lo indica, turiferario y navetero se arrodillan frente al celebrante y él introduce incienso al turiferario, y luego en procesión nos dirigimos al ambón donde sería proclamada la Palabra. Otro momento de mucha emoción, tenerlo frente a frente, observar su mano temblorosa introducir el incienso, y observar de cerca ese rostro, esos ojos que irradiaban santidad. Fue muy importante también, que a pesar de su desgaste físico, vivió a plenitud la liturgia, incluso arrodillándose al momento de la Letanía de los Santos.
     Al recordar esta vivencia única y creo yo la más intensa de mi vida, y en estos momentos que acaba de ser canonizado Juan Pablo II y también Juan XXIII, siento un poco de aquella emoción, pero solo un poco ya que como aquella tal vez nunca más.
      Desde aquel momento muchos me preguntan, qué sentiste tenerlo tan cerca, igual que lo que escribo ahora, no puedo explicarlo, no hay palabras para expresar exactamente qué sentí. Lo que sí sé es que esta gran bendición la recibí para compartirla con todos, con mi familia, con mis seres queridos, con todos los que me rodean, con mi natal Mixco, con mi país Guatemala. Y ante todo agradecer a Dios inmensamente por esta gracia, que aunque inmerecida, la necesitaba como todos necesitamos de Nuestro Padre Dios. Hoy más que nuca debemos decir: San Juan Pablo II, te llevamos en el corazón, así como él, en sus últimas palabras en esta tierra nos dijo: "Guatemala, te llevo en el corazón."
     Que el ejemplo de estos dos Papas Santos, nos ayude a nosotros también a alcanzar una vida de santidad pues todos estamos llamados a conseguirla.

  Termino pidiéndoles a todos tomen esta  bendición como suya también, pues es demasiado grande para quedármela yo solo. Por último les pido se unan conmigo a orar por primera vez a Dios por la intercesión de San Juan Pablo II y también por la intercesión de San Juan XXIII, pidan por sus familias, por la salud, por que reine la paz de Cristo en sus corazones.


Oh Trinidad Santa, te damos gracias por haber concedido a la Iglesia a San Juan Pablo II y porque en él has reflejado la ternura de tu paternidad, la gloria de la cruz de Cristo y el esplendor del Espíritu de amor.
El, confiando totalmente en tu infinita misericordia y en la maternal intercesión de María, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús Buen Pastor, indicándonos la santidad, alto grado de la vida cristiana ordinaria, como camino para alcanzar la comunión eterna contigo.
Concédenos, por su intercesión, y si es tu voluntad, la gracia que imploramos. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
   
   

miércoles, 22 de mayo de 2013

Indalecio Castro Illescas, distinguido antepasado  

En su edición dominical, en mi sección favorita, sección Cultura, Prensa Libre publicó un reportaje con motivo de los 200 años de fundación de la Asociación Filarmónica de Guatemala, El Sagrado Corazón de Jesús, realizado por Brenda Martínez. Varios antepasados de mi familia pertenecieron a esta asociación por ello empecé su lectura atentamente. Me alegré mucho al llegar al siguiente párrafo: "Maestros como Germán Alcántara, Indalecio Castro, Salvador Iriarte, Jorge Sarmientos, Ricardo del Carmen y Joaquín Orellana han sido algunos de sus integrantes más ilustres." 
 Indalecio Castro Illescas es mi trastatarabuelo, padre de mi tatarabuelo Manuel María Castro Chinchilla, padre de mi bisabuela Raquel Angelina Castro Cordón, madre de mi abuela Lidia Yolanda Castillo Castro, madre de mi padre Eric Ernesto Dysli Castillo. Agradezco a Brenda Martínez, reportera de Prensa Libre por darle su meritorio lugar a tan ilustre músico mixqueño. Aprovechando la ocasión, comparto con ustedes algunos datos que he investigado sobre mi célebre antepasado. 


 Gran Sinfonía La Exposición
La inspiración de un aldeano

                                                              Retrato de Indalecio Castro, hecho por su hermano Francisco

Para el cuarto centenario del descubrimiento de América, en la ciudad de Chicago, Illinois, se realizó una Exposición Universal, en la que se premiaron distintas ramas del arte. El mixqueño, Indalecio Castro, humildemente envió su obra titulada La inspiración de un aldeano. Cuál fue su sorpresa al obtener medalla de oro –la cual está perdida- por una espléndida sinfonía con todas las partes orquestales, como lo dice en el bellísimo diploma que le fue entregado, el cual concluye: la composición y la melodía son muy buenas. Al enterarse, le cambia el nombre a su obra por el de Gran Sinfonía La Exposición. Según la tradición oral en la familia Castro, don Indalecio, el aldeano mixqueño, se fue en barco hasta el país norteamericano a recibir su merecido premio. 
Indalecio Castro Illescas nace en el entonces pueblo de Mixco en el año 1840. Sus padres eran Mariano Castro, decorador del antiguo teatro Colón y Eustaquia Illescas. Sus hermanos Máximo Castro y J. Francisco Castro fueron también reconocidos músicos guatemaltecos. Contrajo nupcias con Juana Chinchilla con quien procreo tres hijos Manuel María, José Mariano y José Domingo, los tres también adoptaron la carrera musical. A la muerte de Juana, contrajo segundas nupcias con Manuela de la Cruz González.
Sus estudios musicales los realiza en la ciudad de Guatemala con el violinista Máximo Andrino y el organista Víctor Rosales. Se desenvolvió como maestro de capilla de la parroquia de Santo Domingo Mixco. Fue miembro de la sociedad de filarmónicos de Guatemala. Esta institución, para la conmemoración de su centenario de fundación, mandó a colocar una plaqueta de mármol en el templo de la Merced de la Nueva Guatemala de la Asunción. En dicha plaqueta se hace una lista de los mejores músicos que, a criterio de esta institución había tenido Guatemala hasta ese año 1913, el nombre del mixqueño Indalecio Castro, orgullosamente forma parte de esa lista. Muere en la Ciudad de Guatemala, en el año 1906.
Es autor de un gran repertorio de música sacra entre las que sobresalen: Invitatorio de difuntos, Misa del Sagrado Corazón de Jesús para 3 voces y orquesta, Dúo al Santísimo Sacramento, Misa Solemne para coro a 3 voces y orquesta, Magnificat para coro a 4 voces, Dixit Dominus para coro y orquesta, entre otras.
Además, también fue alcalde de Mixco, en el año de 1888.
Indalecio Castro es un personaje poco conocido que debe de ser un orgullo para todos los mixqueños y también para todos los guatemaltecos.
                      Diploma recibido por su obra sinfónica

domingo, 14 de abril de 2013

Similitudes y diferencias entre la novela y el cuento (y III)

Y con esta parte termino mi ensayo sobre estos dos géneros narrativos. ¿Cuál les gusta más a ustedes?

Concluyamos entonces en que las diferencias entre la novela y el cuento no están en  –como muchos creen– una simple cuestión de extensión. Muchos dicen que el cuento es una novela acortada o viceversa. Aplicando esto a cualquier cuento o cualquier novela, cualquiera de los dos perdería su sentido. Alargando un cuento significaría la anulación de cualidades tan peculiares de un cuento, como son la intensidad, la fuerza emocional, la explosión que en cada una de sus líneas se produce. El escritor de cuentos en cada espacio que ocupa cada letra en su relato, va insertando un cartucho de dinamita, el lector a la hora de ir pasando en cada una de esas letras va prendiendo fuego con sus ojos y provoca una gran explosión que el cuentista preparó. Acortar una novela para convertirla en cuento es simplemente algo que ni merece ser comentado, es simplemente imposible.

El cuentista no puede utilizar recursos normales en una novela. Suspender una acción e introducir otra y retomar la otra después de muchas páginas; desorientar al lector en cuanto a la conducta de los personajes y abordar por medio de diálogos u otros recursos la psicología de los personajes; introducir más de dos personajes funcionales; hacer descripciones retardarias, etc. Vemos entonces la dificulta del cuento. En un espacio reducido debe inyectar intensidad, fuerza emotiva, fuerza poética; debe tratar temas sencillos y apasionantes a la vez; tiene al tiempo más como límite que como libertad; debe producir un estallido mientras se lee; al final debe presentar una sorpresa a fin de que ese estallido concluya de mejor manera, etc.  

En cuanto a similitudes se refiere, podemos concluir que tanto la novela como el cuento pertenecen al género narrativo, están escritos en prosa. Ambos géneros se valen de recursos narrativos, como narrador en tercera persona, en primera persona, narrador omnisciente, etc. Ambos se sirven de estructuras en forma de diálogo, de monólogo interior, de descripciones. Los dos géneros cumplen con las principales funciones de la literatura, arte por el arte y literatura comprometida.

Como se puede ver las similitudes son muy pocas y ambos géneros son totalmente separables. Para finalizar podemos decir que el cuento causa un solo efecto, un gran efecto. La novela causa varios pequeños efectos. De ahí que el cuento se debe leer de una sola sentada y la novela en varias; que el cuento es fotografía y la novela es filme; que el cuento es un estudio y la novela es una sinfonía. Ambas tienen un fin, impactar al lector, y así, la novela la hace por puntos, y el cuento por knock-out


sábado, 13 de abril de 2013

Similitudes y diferencias entre la novela y el cuento (II)

Continua este pequeño y diletante análisis de la novela y el cuento. Antes de publicar la primera parte como esta segunda, al releerlo voy haciendo enmiendas, pues con el tiempo, o se cambia de opinión o se adquieren más conocimientos. 


A manera de intercalar las similitudes y diferencias entre cuento y novela trataré ahora un par de similitudes. Una de ellas estriba en los temas y funciones que desarrollan. No hay restricciones en cuanto a que un cuento no puede ser arte por el arte y una novela no puede tener un tinte de denuncia o viceversa. Ni tampoco las hay de que una novela no puede tratar temas sociales, políticos ni económicos, ni que el cuento tampoco lo pueda. Otra de ellas es la forma de narrar de ambos géneros. Ambos están claramente en prosa –aunque hay excepciones como Eugenio Oneguin de Pushkin, novela escrita en verso. Cuentos en verso pues los hay mucho más, pero basta con que citemos aquel inolvidable del príncipe de las letras castellanas que inicia: “Margarita está linda la mar, / y el viento, / lleva esencia sutil de azahar;”-. Pueden narrar en tercera persona, en primera persona, utilizan estructuras en forma de diario o de memoria, se valen del diálogo, del monólogo interior, de las descripciones, etc., ambas se valen de estás mismas técnicas. Pero claro, es sólo una similitud, ya que en un cuento no da tiempo de incluir personajes funcionales con presentación minuciosa, descripciones retardatorias, ni diálogos extensos y vagos, etc.  

Entremos ahora en características de la novela que nos hagan posible llegar a una definición más o menos acertada. Cito a María del Carmen Bobes Naves quien en su libro titulado: La Novela cita a E. Muir, quien nos dice: “la novela es la manifestación más compleja y amorfa de la literatura y estas dos circunstancias son un obstáculo grave para alcanzar una definición clara y completa.” Es por ello que haremos el intento.

Nos ha quedado claro la extensión de la novela, es mucho más larga que el cuento. Esta es la  causa de que la novela pueda albergar muchos más recursos literarios. Trataré algunos de ellos. Acá incluiré una otra equiparación muy parecida a una que hace Baquero al final de su libro Qué es el cuento, pero con una transformación mía.

La novela es como una Sinfonía de G. Mahler y el cuento es como un estudio de F. Chopin. Para los que gustan de música académica no será muy difícil notar está comparación. Tomemos entonces la Sinfonía No. 1 de Mahler. Consta de cuatro movimientos y alcanza una duración total de más de cincuenta minutos. En su último movimiento participan todos los instrumentos de la orquesta. De Chopin tomemos el estudio Op. 10 No. 4. Es una obra para piano solo, dura aproximadamente dos minutos. Un estudio es una composición musical corta, destinada a practicar la habilidad y la técnica en un instrumento solista. Chopin fue uno de los más grandes escritores de estudios de su época. En cada uno de ellos, como en este Op. 10 No. 4, el despliegue de técnica es explosivo de principio a fin.

Mencioné que la novela gracias a su mayor extensión hace uso de  mayor cantidad de recursos literarios. En la sinfonía de Mahler los instrumentos entre ellos mantienen un diálogo tan complejo, solo igualable al tipo de diálogo que en la novela encontramos. El diálogo en la novela es un recurso muy poderoso. Para esclarecer esto de mejor manera citaré a Eichenbaum:

“(...) se caracteriza por el generoso empleo de descripciones, retratos psicológicos y diálogos. A veces estos diálogos se presentan como una simple conversación que dibuja el retrato de los personajes a través de sus réplicas, o que constituye una forma velada de narración y, por tanto, sin carácter “escénico”. Pero a veces esos diálogos adoptan una forma puramente dramática y tienen como función hacer avanzar la acción más que caracterizar a los personajes por sus réplicas. Se convierten, de esta manera, en el elemento fundamental de la construcción. La novela rompe con la forma narrativa y llega a ser una combinación de diálogos escénicos y de indicaciones detalladas que comentan el decorado, los gestos, la entonación, etc.” 

Otro aspecto importante de destacar en cuanto a esta equiparación es un aspecto que ambas artes comparten, literatura y música, en específico sinfonía y novela. Me refiero al aspecto polifónico. Polifonía que etimológicamente viene del griego pulofonia quiere decir mucha voz. En música, polifonía es un conjunto de sonidos simultáneos, que contienen su propia expresividad musical, conservando su independencia, y con los demás forman un solo tono armónico. Y es que en la novela hay mucho de polifónico. Poco fuera que la parte 1.4 del libro titulado La Novela  de María del Carmen Bobes Naves se titula: El discurso polifónico de la Novela.  Destacan en este apartado los aspectos que formula acerca del discurso de la novela:

a)      la narración costumbrista, que se interesa por el tipismo lingüístico;
b)      la posibilidad de dosificar la información, a través, de indicios verbales, sobre todo en las novelas de aventuras, en las policíacas, etc., y
c)       los elementos dramáticos de la novela, en cuanto se manifiestan en los diálogos de los personajes, lo que da lugar al estudio de los monólogos, de los diálogos, interiores y exteriores, de los llamados estilos directo, indirecto, indirecto libre, etc.

En el discurso de la novela se integran varias voces, las voces de todos los personajes minuciosamente presentados y descritos, cada uno con su propia visión de mundo, su propia manera de ver las cosas. Cada una de estas voces, van convirtiéndose en la voz del narrador quien tiene que ser el artista unificador de esa polifonía en un solo tono armónico. Según Bobes esto ocurre en toda expresión literaria o no literaria, en el texto lírico y en el dramático, pero la novela potencia las posibilidades del lenguaje en este aspecto convirtiéndolo en una técnica literaria propia de su discurso.

En una sinfonía hay un tema principal, luego se suspende y se dan algunas variaciones del tema, u otros temas y luego regresa al tema principal. Al igual que en la novela está desarrollando una acción se introduce otra y vuelve a aquella al cabo de muchas páginas. Esto nos supone que en una novela pueden narrarse una, dos, tres, varias historias. Al contrario del cuento, habrán algunos donde sí se narren dos historias, pero o son muy parecidas o le dan cierto apoyo a la historia principal, como en el caso del cuento de J.L. Borges, “Los dos reyes y los dos laberintos”.  

El arte descriptivo en una novela da posibilidades de detener el tiempo o transformar los segundos en minutos de lectura, los instantes en prolongados análisis descriptivos. Menciona Baquero: “Recuérdese, en A la recherche du temps perdu de Proust, la descripción de aquel beso que el narrador da a Albertina, fugacísimo en su duración real, muy alargado en la literaria; como si el narrador lo hubiera sometido a un efecto cinematográfico de ralenti, de cámara lenta.” Si en un cuento se detiene el tiempo se pierde la esencia del mismo. Es como en la sinfonía y el estudio. En la sinfonía puede detenerse la participación melódica de todos los instrumentos y dejar a algunos cuantos haciendo un acompañamiento rítmico e introducir a un instrumento que interpreta una parte de significante dificultad o belleza, una cadencia, comparable  con la descripción detallista de la novela. Al contrario del estudio no se puede parar la intensidad en ninguna de la partes ya que no habría esa explosión característica, totalmente igual que en el cuento.

Busquemos ahora una definición de la novela tomando en cuenta las características arriba mencionadas y que nos ayuden a encontrar esas diferencias y similitudes con el cuento. Citaré para ello a Bobes: “La novela es un relato largo, en prosa, con discurso polifónico y recursivo. Estos rasgos la sitúan en relaciones de comunidad con otras formas de relato literario y no literario y la definen frente a creaciones literarias de otros géneros, dándole una especificidad dentro de la narrativa y dentro de  la literatura.” 


viernes, 12 de abril de 2013


Similitudes y diferencias entre la novela y el cuento


                Vieja e importante controversia es la que suscita este tema. Son la novela y el cuento dos géneros de gran riqueza literaria. La novela, en su acepción actual tiene ya más de  cuatro siglos de ser cultivada, fue en 1605 cuando vio la luz la primera parte del Quijote. El cuento es bastante más antiguo, gracias a su fácil forma de transmisión por el medio oral. El cuento llamado popular se remonta a tiempos inmemorables. Pero el cuento literario, propiamente dicho, no fue sino hasta en el siglo XIX que se empezó su cultivo. El siglo XIX es el gran siglo del cuento, solo con hacer mención de nombres tan significativos como los de Maupassant, Chejov, Edgar Allan Poe, etc. nos dan cuenta de ello.
La novela y el cuento se diferencian a primera vista por su extensión. El cuento es un relato corto, y la novela un relato largo –excluyamos acá a la novela corta, que por extensión es similar al cuento y en ocasiones más corta–. Pero a segunda, tercera vista, las diferencias son más y significativamente complejas. Y es que antes del siglo XIX el cuento era visto sin la importancia que merece. Valiéndose de su pequeña extensión se le juzgaba de no poder contener la belleza, intensidad, emoción que en la gran extensión de una novela es, a veces, más escasa. Veamos pues esas significativas diferencias y también similitudes que hay entre ambos géneros.
Se han hecho equiparaciones que nos dejan muy claro con tan solo una palabra o una expresión muy corta, lo que la novela es al cuento y viceversa. El gran Cortázar hizo dos de magistral manera:
 “En ese sentido, la novela y el cuento se dejan comparar analógicamente con el cine y la fotografía, en la medida en que una película es en principio un “orden abierto”, novelesco, mientras que una fotografía lograda presupone una ceñida limitación previa, impuesta en parte por el reducido campo que abarca la cámara y por la forma en que el fotógrafo utiliza estéticamente esa limitación.”   
Sabiendo interpretar esto de buena manera habremos entendido muy importantes  características de ambos géneros. El fotógrafo como el cuentista se ven limitados. En una sola imagen el fotógrafo debe impactar. En unas cuantas páginas el cuentista debe sorprender. En cambio el cineasta, como el novelista, puede ir acumulando esas impresiones para, al final de unas cuantas, causar una o varias sorpresas. El cineasta tiene minutos, horas de filme para causar impacto. El novelista tiene cientos, si quiere miles de páginas para causar sorpresa.  Y la otra equiparación, que no es tan conocida como la otra, pero que a mí me gusta más:
“Un escritor argentino, muy amigo del boxeo, me decía que en ese combate que se entabla entre un texto apasionante y su lector, la novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por Knock-out.      
El boxeador noqueador como el cuentista se ven también limitados. Desde el primer asalto, el boxeador, si quiere sorprender, se ve obligado a noquear. Desde la primera línea, el cuentista, si quiere impactar, se ve obligado a inyectar intensidad. En cambio un boxeador debe combatir largo, como un novelista tienen menos limitación. Este boxeador tiene hasta doce asaltos para, a lo largo de ellos ganar por puntos. El novelista puede a lo largo de muchos capítulos, con muchas páginas cada uno,  ir sumando puntos para sorprender.  
Entonces, vistas estas contribuciones tan eficaces de Cortázar, de cierta manera se puede decir que la novela tiene un punto a su favor, ya que acá se suma a la lista de enemigos del cuento al TIEMPO. El tiempo visto desde el punto de vista del lector. En el momento de estar efectuándose la lectura, la primera línea de un cuento debe de tener elementos que hagan al cuento intenso de principio a fin, ya que solo se dispone de una sentada para leerlo, de media a dos horas, decía Poe. En cambio en la novela se pueden hacer pausas en la lectura y retomarla luego de un descanso. El lector podrá sentirse defraudado por el primer capítulo de una novela y al segundo sentirse muy atento. Es más en muchas, si no es que en todas las novelas, es necesario hacer esas pausas. Lo menciona el estudioso español especializado en el análisis de las formas narrativas, Mariano Baquero Goyanes:
“No siempre es la mejor novela la que se lee de un tirón –esto queda reservado para tantos vulgares y efímeros best-sellers– y, como el buen aficionado al género sabe, es grato suspender la lectura de una gran novela, para que pueda producirse así la necesaria sedimentación emocional durante las pausas. Éstas cumplen también su función estética, por más que no siempre tengamos conciencia de ello. Equivaldría a desvirtuar el efecto de novelas como Guerra y paz de Tolstoy, o Retrato de una dama de Henry James, el leerlas de un tirón. En cambio, un buen cuento, un relato de Clarín, de Chejov, de Borges, sí ha de leerse forzosamente de un tirón, ya que cualquier dilatada pausa estropearía el efecto emocional y estético de la narración.”
Al revisar con detenimiento lo antes citado de Cortázar, menciona Baquero, el cuento recibe ciertas características que son: condensación, instantaneidad, compacidad emocional y estética. Son estas características lo que hacen al cuento según Cortázar, “hermano místico de la poesía.” Y no son sólo Cortázar y Baquero los que han notado esto. Emilia Pardo Bazán, anota también en el prólogo de sus Cuentos de amor: “Noto particular analogía entre la concepción del cuento y de la poesía lírica: una y otra son rápidas como un chispazo y muy intensas –porque a ello obliga la brevedad, condición precisa del cuento–. Cuento original que no se concibe de súbito, no cuaja nunca.” Lo notó también Azorín al decir: “el cuento es a la prosa lo que el soneto al verso”.
 Para no desviarnos tanto de lo que nos compete que es cuento y novela cito a Alberto Moratavia: “Este encanto, el del cuento, es de una muy compleja especie: procede de un arte literario sin duda más puro, más esencial, más lírico, más concentrado y más absoluto que el de la novela.”

A todo lo discernido arriba, quiero concluir en la definición que hace Baquero del género cuento que engloba todo lo dicho: El cuento es un preciso género literario que sirve para expresar un tipo especial de emoción, de signo muy semejante a la poética, pero que no siendo apropiada para ser expuesta poéticamente, encarna en una forma narrativa próxima a la de la novela, pero diferente de ella en técnica e intención. Se trata pues de un género intermedio entre poesía y novela, apresador de un matiz semipoético, seminovelesco, que sólo es expresable en las dimensiones del cuento.